El riego automático es hoy en día uno de los aspectos imprescindibles en el jardín, es la mejor forma de asegurar que nuestro jardín recibe el agua que necesita.
No importa que sea un jardín pequeño, el automatizar el sistema de riego nos ahorrará mucho tiempo y dinero en el cuidado del jardín, además permitirá que ahorremos gran cantidad de agua, siempre que la instalación de riego esté bien dimensionada y calculada. Debemos prestar atención que la programación de los tiempos de riego sea correcta.
Podríamos decir que el objetivo de la automatización del riego es la puesta en marcha automática de dicha instalación sin necesidad de que nosotros estemos presentes para efectuar el riego del jardín. Con el riego automático, controlamos en todo momento mediante la programación, el tiempo de riego, los días de riego, la cantidad de agua que aportamos al suelo para cubrir las necesidades hídricas de cada planta o césped, aumentando o disminuyendo la cantidad en función de la temporada en la que nos encontremos.
Podemos incluso mejorar el sistema, añadiendo un sensor de lluvia, el cual, si la detecta, para el sistema de riego automáticamente. En sistemas profesionales contamos con detectores de humedad, los cuales se instalan en el suelo y “avisan” al programador en que zona se está requiriendo más agua o menos.
En este sentido, el riego automático nos permite gestionar de forma más eficiente el uso del agua en el jardín, además de mantener a nuestras plantas en unas condicionas óptimas para su desarrollo.
Hoy en día con los dispositivos y sensores de anemómetro, sensor de lluvia y sensor de humedad y hielo, podemos optimizar el consumo de agua al máximo. Incluso medidores de caudal que nos avisa si tenemos algún gasto de agua extraordinario al alta o a la baja, producido por una avería u obstrucción en el sistema de goteo.
En cuanto a la instalación. Lo primero que tenemos que hacer es medir que presión tenemos en la línea de agua. Con esto sabremos el número de difusores o aspersores máximo que podemos adjudicar a cada fase de riego.
Realizaremos un plano de la planta del jardín en una hoja cuadriculada (nos ayudara con la escala).
Seleccionaremos que difusores o aspersores van en cada zona de riego, teniendo en cuenta la superficie a regar y su tamaño.
Es importante dividir el riego en un numero de fases o zonas exacto. Debemos contar con las horas de sol de cada zona del jardín, no es lo mismo sombra que sol y si riega la misma fase en general, la zona de sombra quedara con exceso de agua constantemente.
Presta atención a las plantas altas, arboles u otros obstáculos que puedan interferir en el riego. Si un árbol se encuentra delante de un difusor o aspersor, provocará un charco en la zona y detrás de este permanecerá seco.
Elige los difusores o aspersores teniendo en cuenta sus capacidades de alcance y de caudal. Para conseguir una cobertura uniforme los alcances deben solaparse, es decir, deben regar uno encima de otro la misma zona. La distancia ideal entre los emisores es la del radio de alcance que tienen. Este dato suele estar indicado en una tabla de características incluida en el producto.
- Difusor: su riego es fijo, podemos ajustar el ángulo de riego, hasta los 360º cuentan con un alcance reducido o medio. Son muy útiles para regar zonas con poco espacio, como las esquinas y jardines pequeños.
- Aspersor: están diseñados para abarcar espacios grandes (su alcance suele situarse entre los 7 y 20 metros) se caracteriza por ir “girando” regando diferentes zonas y su ángulo de riego también es ajustable hasta los 360º
Debes tener en cuenta que no debes mezclar en la misma línea difusores y aspersores, ya que su caudal es diferente. Y también que no tienen el mismo aporte de agua al terreno un aspersor a 90º y otro a 180º. Para ajustar esto, los aspersores disponen de boquillas intercambiables, con la que nos adaptaremos a las necesidades que tengamos.
Si no te atreves con ello, llámanos y te realizaremos el proyecto…
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